20110829

Sobre el uso irracional de la tecnología en un país tercermundista



¿Hacia dónde vamos? Me refiero a cómo la tecnología se arraiga silenciosamente en nuestro vivir diario. Es algo imperceptible, como el movimiento vegetal (salvo las plantas carnívoras), como una enredadera trepando el muro. En intervalos de cinco minutos no hay mayor cosa que reportar, cinco minutos son tiempo más que suficiente para llegar a perder el interés por este fenómeno. Aparentemente no pasa nada, pasando por alto el proceso de fotosíntesis, la meiosis en las células del tallo que manda la parada. Vea ahora usted el mismo proceso en intervalos de un día. Tres días son suficientes para que la enredadera cierre una espira sobre sí misma, en cinco días es apreciable el engrosamiento del tallo que antes era la ramita exploradora. Si usted se va de viaje unos meses, al volver no reconocerá el muro.

No estoy diciendo que la tecnología debe ser eliminada, no soy ni mucho menos un fanático febril de la edad de piedra. Creo que es una cuestión que no debemos pasar por alto ya que es algo intrínseco del ser humano. El uso del fuego nos significó la posibilidad de nuevos nutrientes para el desarrollo de la corteza cerebral, ¿qué será para nosotros en el futuro el internet, el grafeno, los cultivos transgénicos,la fusión nuclear?

En mis tiempos, suena como si no fuera de la misma generación de ustedes, era común memorizar números telefónicos fijos, los de siete dígitos. En Bogotá las líneas telefónicas más viejas empezaban por 2, las que empezaban por 3 no eran tan comunes como las que empezaban por 4 en los barrios nuevos (10 años de fundación), eso suponía un máximo de dos millones de líneas telefónicas para una ciudad con seis millones de habitantes. Hoy en día existen más de 42'000.000 líneas telefónicas de celular activas en un país de 44'000.000 habitantes, hecho sorprendente teniendo en cuenta que somos tercermundistas. Hoy en día un profesional lleva tarjetas de presentación donde está anotado su correo electrónico, el número telefónico de su celular, la ciudad, el departamento y el país, nótese la globalización.

Es inevitable que los desarrollos tecnológicos sean parte de nuestras vidas. Pero en un

país como Colombia estamos haciendo las cosas mal. El enfoque de nuestro sistema educativo está errado.

Nosotros somos consumidores de tecnología, no productores. Notaré algunos ejemplos: tenemos miles de ingenieros de sistemas graduados al año en este país, pero incluso en las universidades mismas el sistema de notas es software extranjero, las oficinas gubernamentales utilizan un sistema operativo costoso, frágil y obsoleto. ¿Quién propone desarrollar un S.O. propio? A lo mejor se quiebra el paradigma actual de programación que tiene cada día procesadores más rápidos y computadores más lentos.

Cursos de reparación de celulares por montones. ¡Vaya orgullo! ¿Existe alguna marca nacional de equipos para telefonía celular? Ni siquiera se producen aquí los accesorios más elementales. Generalizando la pregunta ¿existe alguna empresa colombiana que produzca microchips? ¿qué tan complicado es sacarle el jugo a la arena? Para no ir tan lejos, el SErvicio Nacional de Aprendizaje que manda la parada en tecnología automotriz, ha capacitado suficientes personas para montar una empresa nacional automotriz, otrora Volkswagen en Alemania, pero acá solo hay ensambladoras de vehículos.

"No es necesario invertir en desarrollos desde ceros, ya otros paises lo han hecho, llueve sobre mojado" argumentan los enemigos del progreso. ¿Cómo un país que ni siquiera entiende la tecnología que usa puede avanzar?

Si seguimos como vamos, cuando se funda un filamento de tungsteno en un microscopio electrónico en una universidad será necesario enviarlo al extranjero para que lo reparen, tendremos un satélite propio en órbita geoestacionaria para poder ver las novelas de los canales privados en alta definición, pronto el grosso de la población que accede a internet será esclavo de las redes sociales tan solo para tener acceso en tiempo real a los chismes del jet-set, y cuando los niños le pregunten a sus padres cuál es la diferencia entre comprar un perrito de verdad y uno artificial (artilugio mecatrónico) les responderán que tan solo los discos de instalación, por que no tendrán ni más remota idea de qué es lo que tiene por dentro un ser vivo.

Filipo Rviz y el Taller del Cuento Ciudad de Bogotá 2008

Sobre esta página

Filipo Rviz / Felipe Gómez abre este espacio en abril de 2008 cuando hizo parte del Taller de Cuento Ciudad de Bogotá 2008.
Dirigido por Carlos Castillo Quntero
http://www.tcuentobogota.blogspot.com

Desde entonces esta Bolsa de Ideas reune los relatos preliminares.


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